un banco de Elmer Street.


- Perdone, oficial, ¿cómo se va a Elmer Street?
- La segunda a la derecha, con Brighton. Junto al banco de la anciana de las palomas.
- ¿La anciana de las palomas?
- Sí. Siempre está ahí. Día tras día, noche tras noche. Siempre que pasa alguien ella le dedica una sonrisa, y después se van.
- ¿Y nadie le pregunta a quién espera? A lo mejor se ha perdido y está esperando a alguien que le indique el camino.
- Se sentó hace años a esperar a alguien. Decía que volvería. Que siempre habia vuelto, que esta vez también lo haría. Al principio todos estuvimos con ella, pero el tiempo pasó y pasó, y esa persona nunca volvió.
- ¿Y ella sigue esperando?
- Esperando y sonriendo. Se quedó ciega hace años, pero sigue ahí, diciendo que le reconocerá cuando oiga de nuevo su voz.
Y como no pudo evitarlo, me fui a ver a la señora de Elmer Street.
Pero no estaba sola, habia un anciano en el banco de en frente. Me senté a su lado, y le pregunté.
- Perdone señor, ¿es ella la señora de Elmer Street? ¿La que sigue esperando a su amor que nunca regresó?
Él comenzó a llorar y se tocó la garganta. Después, comprendí.
Había un millón de hojas de cuaderno por el suelo con notas para aquella señora ciega.
Porque su amor había vuelto hacía años, pero había perdido la voz y no podía hablarla. Porque ella se había quedado ciega y no podía verle.
Porque llevaban todo el tiempo juntos, y nunca lo sabrían.
Sólo esperarse el uno al otro eternamente, hasta el último día, el día en el que sus ojos ya no sean los que vean, sino sus almas, y su voz no sea la que hable, sino su espíritu.
Y así esperarían hasta el final de sus tiempos.
Dando de comer a las palomas en un banco de Elmer Street.
Twitter icon

0 estrellas fugaces:

Publicar un comentario