noche en una playa de valencia

3 estrellas fugaces

Tu espalda sobre la arena
agua fría, sol que quema.
Las sirenas en las olas
que juegan a ser personas.
Niños que son arquitectos
construyen castillos de cuento.
El olor a mar, que empaña
nuestra tienda de campaña.
A besarte la luna incita,
noche joven, flor marchita.
Tus labios a los míos tocan
robando besos de mi boca.
Mi piel con tu piel, respiro
despertando lo prohibido.
Y cada noche comienza de nuevo
al perfume de tu pelo.
Tu espalda sobre la arena
agua fría, sol que quema.

Twitter icon

altos vuelos

1 estrellas fugaces

- Usted tiene mala cara, ¿le ocurre algo?
- Tengo pánico a los aviones.
- Pues no mire a su alrededor. No sé si lo sabe, pero está en uno.
- No me hace gracia.
- Disculpe, sólo intentaba bromear. Mi nombre es Peter, Peter Carter.
- Yo soy Tim Wright, encantado.
- ¿A dónde viaja usted? Yo voy a California, es la boda de mi hija. Se casa con un alto cargo de la empresa de coches Bolton, ¿la conoce, no?
- Algo he oído.
- Aún no le conozco, no sé ni su nombre. Sólo sé que tiene mucho dinero, y que se pasa el día viajando de un lado a otro por su empresa. Ya le ha comprado a mi hija tres casas, y a mí me regala los coches antes de que salgan al mercado. Es un buen partido.
- ¿Sí? ¿Y no sabe nada más de él? ¿Su hija le quiere?
- Qué le voy a decir. Le quiere, le quiere tanto como a cada céntimo en su cuenta bancaria. Va a ser muy feliz junto a él.
- Pero entonces ¿no es amor?
- Claro que no. Simple papeleo, transferencia bancaria, ya sabe. Mañana se casan, firman un papel, y en un par de meses un par de firmitas más, divorcio y mi hija será millonaria sin ese pinta monas.
- Me parece un poco triste, señor Carter. Y creo que debería saber algo más del futuro marido de su hija.
- ¿El qué?
- Su nombre es Tim Wright. Y tiene pánico a los aviones.
Twitter icon

con ciencia

1 estrellas fugaces

Chst. Silencio.
La película va a empezar.
Sienta y escucha el zumbido
de aquella mosca al pasar.
Esa mosca, que en su vuelo
se introduce en tu razón,
se mete en tu alma, explota,
te deja sin corazón.
Y cuando hagas lo prohibido
otra vez vendrá a volar
Pájaro negro sin alas,
conciencia del bien y del mal.

Twitter icon

confeti y demás

3 estrellas fugaces

Bicicleta para dos,
cuatro ruedas y un motor.
Un crucero solitario
yendo a Venus por el Sol.
Un globo en el tejado,
la sirenita en el mar
me ha contado que en el agua
ya no sabe respirar.
Cocodrilos con relojes
en la playa, anochecer
cuatro estrellas, una copa
y una cama para tres.
Dos labios pegados con celo
con celos a otro mirar
que se pisan cuando bailan
y no saben ir atrás.
Dos canciones sin mensaje,
botellas con cartas de ayer,
barcos que vuelan sin alas,
tus promesas de papel.
Huntando tus dedos en azúcar,
mojando bizcochos en café,
nunca cierra la ventana
pensando que va a volver.

Twitter icon

de estrellas

2 estrellas fugaces

- Así que, ¿eres fotógrafo?
- Bueno, en realidad soy astrónomo. Es lo que siempre me ha apasionado, acabé la carrera hace un par de años.
- ¿Astrónomo? ¿Y cómo va un Tauro de dinero? Porque con esta crisis, no hay trabajo para nadie...
- No, eso es astrólogo. Astrónomo es el de las estrellas. Y de todos modos, los Tauro no creo que tengan más dinero que el resto hoy en día.
- Jaja. Cierto. ¿Y que hace un astrónomo de estrellas en un avión a Hollywood?
- Es la crisis. Todo el mundo tiene que buscarse la vida. Pero, a pesar de todo, yo sigo haciendo lo que quiero, estudiar las estrellas.
- ¿Y hay una constelación especial, un acontecimiento extraordinario allí?
- Sí, los Oscar.
- ¿Los Oscar?
- Me dedico a fotografiar estrellas. Y hoy en día brillan más las de las revistas que las del cielo. La naturaleza no está de moda.
Twitter icon

Sueños imposibles

2 estrellas fugaces


Ojalá pudiese crearte
la palabra más bella, escucharte
susurrarte al oído, tenerte
y entre susurro y susurro besarte
En un cruel destino perderte
Para jamás olvidarte.
Ojalá yo fuese aire
y esconderme entre tu pelo
en un suspiro colarme
y besarte pies y cuello
para en un aliento marcharme
hasta que llegue el invierno.
Ojalá pudiese tenerte
junto a mi vera, mi vida
para decirte, te quiero
que mi alma sin ti no suspira
ni es mi mundo sin tí, y te espero
porque sin ti yo me muero.
Ojalá yo fuese tierra
para sentir tus pies en mi arena
para abrazarte y velar tus sueños
para besar tu piel que se quema
y entre tus sueños marcharme
olvidando atrás aquel cuento.
Ojalá pudiese decirte
la mayor de las verdades
y entre mis dedos perderte
y entre mis labios besarte
fundirme en tu piel una noche
para después despertarte.
Ojalá yo fuese agua
para beber de inocentes labios
nadando entre desnudos besos
acariciando tu piel, descalzo
y en tus lágrimas marchar presto
para acabar en tus pasos.
Ojalá tus sueños yo vele
entre caricia y suspiro yo vivo
acariciarte el rostro, atraparte
y entre mis sueños cuidarte
para jamás marcharme
y ser cuna del olvido.
Ojalá yo fuese fuego
y calentar tu cuerpo que hiela
arrullar tus besos con llamas
que es de tu piel la frontera
y mirarte por la ventana
para marchar en tu juego.
Ojalá pudiese crearte
la palabra más bella, escucharte
susurrarte al oído, tenerte
y entre susurro y susurro besarte
En un cruel destino perderte
Para jamás olvidarte.

Twitter icon

melodía, rima, ritmo.

1 estrellas fugaces

Música es melodía, dicen
Música es canción.
Para mí música es el latido
que al verte hace mi corazón.
Poesía es rima, dicen
Poesía es amor
Para mí poesía es tu boca
susurrando 'te quiero', tu voz.
Bailar es ritmo, dicen
Bailar es pasión.
Para mí bailar es tu cuerpo
pegado a mi respiración

Twitter icon

la alcoba de wendy

1 estrellas fugaces

John y Michael estaban peleando.
John quería ser mayor, como papá. Quería ganar mucho dinero, tener muchos zapatos y no sonreír nunca.
Michael, en cambio, quería luchar contra los indios y los piratas, buscar tesoros y volar con Peter Pan.
- Madura, Michael. Debes ser un hombre de provecho - dijo John, pintándose el bigote con un rotulador negro.
- ¿Madurar? ¿Qué es madurar? - preguntó Michael, con curiosidad.
- Madurar es hacer cosas de mayores. Como no jugar, como no reír, como no divertirse. Tener prisa siempre, y gritar a todo el mundo - respondió John, con aire de superioridad.
Yo sonreí desde mi escritorio, en la ventana, y pensé en las palabras de mi hermano.
Pero yo no estaba de acuerdo.
Madurar es jugar hasta romperte el pecho de reír, y saltar, y cantar, y jugar a que el suelo del baño está lleno de tiburones y tenemos que llegar a la bañera (digo... el bote, claro) para conseguir la espada para luchar contra los indios.
Para mí madurar es dormirme mientras me leen un cuento (aunque ese cuento sea el de mis apuntes de Selectividad), y decir que soñarás que jugamos al Quién es quién y así sabrás quién va a ganar antes de jugar
Es esconderme debajo de una mesa (o el fuerte indio, claro) y creer que ahí no me verá nadie, porque si yo no veo, no me ven a mí... y quitar las noticias de la tele para buscar los dibujos, que, aunque no me gusten, cantan canciones y tienen muchos colores
Madurar es dibujar en un papel todo lo que quieres, y después tirarlo para dibujar una cosa mejor, sin preocuparte de lo bonito que te quedó el dibujo anterior
No olvidar todos nuestros juegos de niños, nuestros sueños, nuestros deseos...
Madurar no es ponerse cobarta y jugar a ganar dinero, o a aprobar exámenes... Madurar es disfrutar con lo que haces, aunque no te guste... saber ver el juego en todo lo malo, y si no quieres ducharte, pensar que no es una ducha sino un mar lleno de sirenas, y si no quieres estudiar, imaginar que estás leyendo un cuento de hadas sin final feliz
Para mí madurar significa jugar a pintar el mundo de posibilidades de todos los colores, y saber elegir, no porque sea la más fácil, sino porque sea la que más me guste
Madurar no significa dejar de volar hasta Nunca Jamás
Madurar es poder viajar tantas veces como quieras, pero sin olvidar jamás a tu mamá y tu papá y todas las personas que te esperan en casa con una sonrisa en los labios

Twitter icon

Besos de escamas

2 estrellas fugaces

- Usted no es de aquí, ¿cierto?
- No. Soy periodista, del Chicago. He venido en busca de la historia del pescador del lago de Gara.
- ¿El pescador del lago de Gara?
- Sí, es una historia fascinante. Es la única persona que vive en el pueblo de Gara, cerca del lago. Es pescador, pero sólo queda un pez en todas sus aguas. Dicen que todas las mañanas espera en su barca y cuando llega el mediodía, consigue pescar al pez. Se lo lleva a su casa, le alimenta, y por la noche le vuelve a liberar en el lago para pescarle al amanecer. Es como una gran historia de amor, sólo se tienen el uno al otro, y los dos hacen lo que se supone que deberían hacer, pescar y ser pescado, así cada día, sin más.
- ¿No lo sabe? El pescador murió hace unos días.
- Oh... ¿Cómo fue?
- Su cuerpo desapareció, sólo queda la barca. Aún puede verla, las aguas la trajeron a la orilla esta mañana. ¿Ve? Vacía.
Joanne examinó las migas de bocadillo que quedaban en el pequeño bote, la manta de lana, y el tarro de lombrices para el anzuelo. Y con pesadez, suspiró.
- Tendré que buscar una nueva historia de amor.
- ¡Mire! ¿No es fascinante?
- ¿Qué ocurre?
- Fíjese bien, en el agua.
Y Joanne exclamó.
Había dos peces en el lago.
Twitter icon

nana a un corazón triste

1 estrellas fugaces

Duerme, pequeño, duerme
que la noche larga es
que tu almohada está caliente,
que aún no es el amanecer.
Sueña, pequeño, sueña
que en el dulce despertar
tus sueños se morirán
y tu tristeza va a volver.



Twitter icon

el marinero y el faro

0 estrellas fugaces

Había una vez un lugar envuelto en tinieblas, oscuridad, miedo, sinrazón, tristeza y soledad. Lo rodeaba un inmenso mar de negras olas, cubierto de estrellas apagadas que morían irremediablemente.
Allí, sobre un monte que se curvaba hacia el infinito en una hermosa espiral, se alzaba un bello faro, de cristal, joya que resplandecía envuelta en un manto de plata y marfil. Una escalera lo recubría, y elevaba sus peldaños hasta el mismísimo infinito. Y, en lo más alto, brillaba su luz; la luz del faro.
Era más que una luz, era un torrente que cubría los cielos, mostrando el camino correcto entre la oscuridad de los mares. Una luz palpable, que te recubría y embellecía. Era una luz de luna, de estrellas...
Era la luz de la sonrisa.
Cierto día, un marinero navegaba sobre las claras aguas del lejano oriente, cuando se durmió en su barca de recuerdos, y surcó entre mil sueños los doce mares del entendimiento, hasta llegar a los pies del faro. Cuando el hombre despertó, se encontró en plena oscuridad, lejos de su hogar, de su familia, de sus amigos. A su alrededor, sólo podía escucharse el llanto de mil fantasmas, el quebrado sonido de un cuervo aleteando sobre su cabeza, el dolor de un final.
No era ausencia de luz, era oscuridad.
La oscuridad se filtraba por su corazón, y se alimentaba de los tristes momentos para crecer y atrapar a aquel hombre perdido en su barquita de recuerdos...
Hasta que el faro brilló.
El marinero, al ver el faro, remó y remó, esperando huir de la oscuridad que afloraba aquellos malos momentos y humedecía sus ojos en un silencioso llanto. Así, sobre las olas del negro mar, siguiendo la luz del faro, consiguió escapar.
Cuando llegó a tierra firme, sus pies se encontraron con el musgo húmedo del cerro, y sonrió feliz de haber escapado. Corrió hacia el faro, en busca de alguna otra persona que pudiese devolverle a su hogar, y subió los mil y un peldaños de seis en seis, saltando de alegría. Y, sin perder la esperanza, consiguió llegar a lo más alto.
Cuando abrió la puerta, sonriente, esperando ver a un amable rostro, se topó con un curioso lugar.
El lugar más alto del faro era una hermosa cúpula de plata, donde reposaban seis velas, una de cada color, orientadas para observar cada uno de los lugares de aquel mar. Buscó a una persona que las cuidase, pero no encontró a nadie.
Sólo seis velas, nada más.
Asombrado mas que desesperanzado por la soledad, se maravilló por comprender que aquellas seis velas creaban aquella luz. Sólo aquellos pequeños focos podían encender la llama de su corazón y hacer olvidar la profundidad de las olas de la tristeza... Y se dedicó a observar cada una.
Unas eran grandes, otras pequeñas. De algunas crecían alargadas llamas, mientras que otras parecían pronto apagarse. Todas brillaban por igual, pese a todo, y se acercó a observarlas detenidamente. Sorprendido, observó que cada una de ellas llevaba una inscripción, con letra de oro y diamantes.
Esperanza, Sueños, Protección, Deseos, Seguridad y Amor.
Aquellas seis velas iluminaban toda la oscuridad que casi le había arrebatado la vida. Sonriendo, se sentó en el centro de la cúpula y esperó a que alguien llegase a buscarle. Pero nadie parecía ir. En un principio, no le importó.
Contaba con la esperanza de que alguien lo hiciese, y soñaba con aquel momento de rescate. Necesitaba su protección, es más, la deseaba. Necesitaba la seguridad de que pronto sería rescatado para saberse querido y jamás olvidado.
Así esperó, día tras día, sin moverse de su lugar, mirando al horizonte, esperando ver un destello sobre ese mar de oscuridad.
Pero, a los días, se desesperó.
Comenzó a pensar en su profunda soledad que quizás nadie le echase en falta, que quizás nadie le recordase, que nadie iría a buscarle nunca y moriría en el faro hasta que alguien, miles de años después lo descubriese. Así pensó durante todo el día, llorando por desesperación. Cuando despertó a la mañana siguiente, descubrió que cinco velas iluminaban la cúpula.
Cinco y no seis.
Se había apagado la esperanza.
Así, sin esperanza, el faro brillaba con menos intensidad, pero seguía fuerte y vigoroso, y existía la posibilidad de ser rescatado un buen día. Pero sin esperanzas, se acabaron aquellos sueños donde alguien le rescataba de la soledad. Y sin los sueños, todo se volvió más gris, más triste, más solitario. Sin sueños a los que aferrarse, todo parecía desesperanzador, lejano...
Como pudo comprobar, al día siguiente sólo cuatro velas iluminaban el faro. Los deseos de ser encontrado, la protección que necesitaba, ambas se apagaron en una triste mañana, cada vez más oscura...
Y el pobre marinero, lloró, como nunca había hecho, en la soledad del faro, por su error de dormirse, por su temor a ser olvidado. Lloró sin esperanza, sin sueños, sin protección y sin deseos. Lloró cada vez más cerca de la oscuridad plena...
Y, en aquel instante, la pequeña vela de la seguridad se apagó ante sus ojos, dejando todo cubierto por la única luz que podía crear la llama del amor.
El marinero se acercó a la pequeña vela, redonda y roja, que brillaba lentamente, amenazando con apagarse con un sólo suspiro. Comprendió que, con sólo mantener aquella vela encendida, podrían volver a rescatarlo, y eso decidió hacer.
Por ello pensó en todo el amor que recibía, en lo que echaba de menos, en sus verdaderos sentimientos, en la luz del faro que tanto le había maravillado. Rió al recordar cada uno de aquellos momentos, y, lentamente, entró de nuevo en calor, mientras la vela del amor parecía dispuesta a mantenerse encendida.
Pensando en tales recuerdos, también cruzaron su mente momentos amargos, momentos que habían quebrado su corazón y que jamás podría olvidar.
No tenía esperanza, ni protección. No tenía sueños ni deseos, y tampoco seguridad...
Por eso, una lágrima cruzó su rostro, de plata y cristal, iluminada bajo la luz de la pequeña luminaria...
Y aquella lágrima apagó la vela.
Entonces, la luz del faro se apagó, dejando todo en la profunda oscuridad.
Entonces, el corazón del marinero se paró para siempre, sin nada a lo que aferrarse.
Entonces... una barca de personas buscando a aquel marinero se perdió en el horizonte, sin saber que jamás le volverían a encontrar, que no llenarían su alma de aquellos sentimientos que como velas se habían apagado en su corazón
Twitter icon

lágrimas en la almohada

3 estrellas fugaces

Apagado
Herido
Olvidado
Consumido
Ya ni las paredes me escuchan
se hacen las sordas a mi voz
Ni los peluches me abrazan
porque ellos tienen más corazón.
Dime, ¿dónde fuiste?
¿Dónde escondiste mi voz?
Dime, ¿dónde has ido?
Devuélveme la razón.
Escondiste mi sonrisa
en las olas de tu mar
La brújula señala al cielo
Y en el cielo hay tempestad.
Arrepentido
Cansado
Perdido
Atado
Tengo un amigo invisible
el recuerdo de tu voz
Una almohada, tres poemas
Una carta y una flor.
Tengo promesas que hablan
mucho y siempre hasta el final
Un billete sin regreso
Y ojos rojos de llorar.

Twitter icon

morder tus labios

0 estrellas fugaces


quiero escribir el mapa de tu piel
uniendo lunares en constelaciones
poner en tus labios la luna de miel
escribiendo en tu espalda cien mil perdones
quiero escribirte una dulce canción
y cantártela suave al oído
sentir en tu pecho tu respiración
y en mi corazón contar tus latidos
quiero dibujarte en la noche, sin más
para tenerte siempre conmigo
quiero pedirle a una estrella fugaz
besarte despacio el ombligo
¿y si todo esto dura lo que dura un latido?
¿y si todo esto no es más que un cuento perdido?
¿y si todo esto sólo se basa en tú y yo?
dibujando tu piel con ceras de color
quiero borrar a la luna del cielo
y poner tu sonrisa en su sitio
quiero que duemas acariciando mi pelo
y que escuches todo lo que digo
quiero pedirle un deseo a una estrella
que tu luz no se apague, y resulta
quiero que esta noche sea la más bella
y que no termine nunca
¿y si todo esto dura lo que dura un latido?
¿y si todo esto no es más que un cuento perdido?
¿y si todo esto sólo se basa en tú y yo?
soñando deseos en pompas de jabón
quiero robarte aquel beso en los labios
quiero tocarte y que el mundo tiemble
quiero abordarte como un corsario
quiero quererte... mucho y siempre
quiero escribir el mapa de tu piel
uniendo lunares en constelaciones
poner en tus labios la luna de miel
escribiendo en tu espalda cien mil perdones
¿y si todo esto dura lo que dura un latido?
¿y si todo esto no es más que un cuento perdido?
¿y si todo esto sólo se basa en tú y yo?
escribiéndote versos entre piel y algodón

Twitter icon

un banco de Elmer Street.

0 estrellas fugaces

- Perdone, oficial, ¿cómo se va a Elmer Street?
- La segunda a la derecha, con Brighton. Junto al banco de la anciana de las palomas.
- ¿La anciana de las palomas?
- Sí. Siempre está ahí. Día tras día, noche tras noche. Siempre que pasa alguien ella le dedica una sonrisa, y después se van.
- ¿Y nadie le pregunta a quién espera? A lo mejor se ha perdido y está esperando a alguien que le indique el camino.
- Se sentó hace años a esperar a alguien. Decía que volvería. Que siempre habia vuelto, que esta vez también lo haría. Al principio todos estuvimos con ella, pero el tiempo pasó y pasó, y esa persona nunca volvió.
- ¿Y ella sigue esperando?
- Esperando y sonriendo. Se quedó ciega hace años, pero sigue ahí, diciendo que le reconocerá cuando oiga de nuevo su voz.
Y como no pudo evitarlo, me fui a ver a la señora de Elmer Street.
Pero no estaba sola, habia un anciano en el banco de en frente. Me senté a su lado, y le pregunté.
- Perdone señor, ¿es ella la señora de Elmer Street? ¿La que sigue esperando a su amor que nunca regresó?
Él comenzó a llorar y se tocó la garganta. Después, comprendí.
Había un millón de hojas de cuaderno por el suelo con notas para aquella señora ciega.
Porque su amor había vuelto hacía años, pero había perdido la voz y no podía hablarla. Porque ella se había quedado ciega y no podía verle.
Porque llevaban todo el tiempo juntos, y nunca lo sabrían.
Sólo esperarse el uno al otro eternamente, hasta el último día, el día en el que sus ojos ya no sean los que vean, sino sus almas, y su voz no sea la que hable, sino su espíritu.
Y así esperarían hasta el final de sus tiempos.
Dando de comer a las palomas en un banco de Elmer Street.
Twitter icon

de lianas y despedidas

2 estrellas fugaces

Nuestra historia es la de Tarzán y Jane.
Y puede que me haya criado entre monos, y tú seas la persona más culta del mundo.
Y puede que mi selva no tenga nada que ofrecer a alguien como tú.
Pero quererme a mí, es quererme completamente, con gorilas o con osos panda.
Y si no eres capaz de pasar una tarde en mi selva, no quiero saber nada más.
Coge tu barco y vuelve a Inglaterra.
Tarzán cantará solo en sus lianas, como siempre hizo, como siempre hará.


Twitter icon

deseos de una sirena

0 estrellas fugaces

podría quedarme días
acariciando tus labios
susurrando a las olas del mar que te quiero
contando granos de arena para saber cuánto
y besando tus labios para olvidarlo y comenzar de nuevo
podría quedarme días
sentado esperando por ti
aun sin saber si volverás
aun sin saber si estas aquí
y deseando que todo acabe y poder sentirte en mí
podría quedarme días
esperando un te quiero
porque diciéndolo creas mi universo
y todo en lo que yo creo
podría quedarme días
abrazadito a ti...
suspirando, imaginando
sonriendo, contemplando
perdiendo el tiempo soñando
pero siempre deseando
que nunca te olvides de mí




simples recuerdos.

Twitter icon

al oído

1 estrellas fugaces

No me quieras como quieras
Quiéreme como quiero
Como quiero que me quieras
Si (no) me quierer querer
Quedaremos en quedar
Cierra la ventana, nieva
Y te vas a constipar


Twitter icon

madrugada

2 estrellas fugaces

- Tengo sueño
- Duerme conmigo
- ¿Y si no puedo dormir?
- Contaremos ovejitas
- ¿Y si tengo frío?
- Te cubriré de besos
- ¿Y si tengo sed?
- Beberás de mis labios
- ¿Y si tengo pesadillas?
- Yo te protegeré
- Entonces déjame cerrar la ventana
- ¿Para qué?
- Porque tú eres como un sueño. Siempre desapareces cuando me despierto.


Twitter icon

besos en la playa

1 estrellas fugaces

Su mano se hundió en la arena
y cogiendo un puñado, lloró.
Miró al infinito
tomó aire
lanzó la arena, que voló
una poca quedó en la playa
otra en el mar se coló
otra voló por el aire
otra desapareció
Así las personas vienen
se quedan, sonríen, se van
yo me quedé y tú te fuiste.
Lágrimas de arena y coral.

Twitter icon

princesa

2 estrellas fugaces


Sus manos frías, llenas de muerte, recorrían cada espacio en la apretada sala. Todo estaba oscuro, frío, sin vida.
Ni si quiera ella podía escuchar el latido de su corazón, el crujir de sus huesos al realizar movimientos de serpiente sobre el frío mármol gris.
Sus ojos miraban impotentes como todo lo que tenía desaparecía, como su alma se derretía gota a gota, y sus manos se quebraban bajo el llanto amargo del atardecer, un atardecer que nunca verá.
Una lágrima rozó su rostro, impensable, y mojó su rojiza mejilla. Había llorado demasiado, no le quedaban lágrimas en el mar que pudieran escurrir sus dulces ojos negros.
Había perdido cada una de las cosas que tenía en un único segundo.
Impotente, dejó caer la lágrima por su rostro, desde el cobijo de sus pestañas al infierno de su piel.
Se encogió en un amargo lamento, aunque nadie pudo verla, estaba encerrada, estaba cohibida.
Su vestido de dulces colores ya no destelleaba como una estrella de diamante bajo el cuello de una dama. Sus manos ya no brillaban con la luz de la esmeralda que había llevado siempre consigo.
La oscuridad había llegado, no había rastro de esperanza.
Sentía la impotencia de la espera en cada uno de sus cabellos que, sumidos en un encanto eterno, flotaban sobre el oscuro ambiente, rozando el rostro sin vida de la mujer como tantas veces había hecho el dueño de su alma.
Con la eternidad en un puño, pronunció la palabra que le había traído por el camino de la desgracia, que con cada paso había renunciado, añorando el momento de su regreso.
Amor.
Quizás fuese su pronunciación, digna de una princesa como ella, quizás los sentimientos con los que la gritaba, la imploraba, la invocaba. Pero por un momento, los cimientos de aquel muro se quebraron, dejando paso a la inútil esperanza.
Cuando se lucha contra el tiempo tienes todo perdido.
Y ella tenía la eternidad en su cetro, y el dolor en su tiara.
Sus pasos, pequeños, elegantes, como un cisne que camina por última vez, la llevaron a una esquina del pequeño escondrijo que sería su morada eterna.
No había calor, tampoco frío.
Ya nada podía sentir, sólo aquel sentimiento que la ahogaba, que impedía que la sangre llegase a su corazón, porque ya no la pertenecía a ella, sino a él.
Su alma no latía bajo su hermosura, gélida como el hielo, impasible como una estatua.
Enamorada como nunca.
La princesa del recuerdo había llegado a su mente, y aún podía pensar en aquellos días
felices, en los que podía atrapar con su dulce mano toda la alegría del universo y concentrarla en su sonrisa.
Como centellas brillantes su sonrisa iluminó el recinto.
La sonrisa de la muerte más dolorosa, la muerte por amor.
Con los ojos cerrados, comenzó a bailar como aquellos alegres días en el salón imperial, acompañada de todos sus amigos, y de aquel extraño ser que ahora le había abandonado, un ser llamado esperanza.
Bailaba solitaria, pues su único compañero era la soledad, ni la tristeza era capaz de seguir sus pasos.
Bailaba sóla, la danza de la muerte.
Relató con sus zapatos dorados de aquellos regalos de la corte cómo había conocido al amor, y cómo lo había perdido.
Contó en silencio cómo la compañía había dejado paso a la distancia, por aquella putrefacta guerra que ella misma había ordenado.
Comenzó a recordar, con la eternidad de la muerte a su espalda, espiándola insaciable, añorando verter sus gélidas manos sobre el intacto cuerpo de la princesa.
Había partido para siempre, y jurando regresar para volver a besar los dulces labios de su princesa, su marido había abandonado el palacio en pos de una guerra maldita, una batalla que sería recordada por siempre en el corazón de todos los habitantes del reino, gobernados por aquella mujer.
Ahí, en la torre más alta del palacio más hermoso, en el reino que jamás olvidará su nombre y su tristeza, había pasado toda su vida, admirando cada mañana el amanecer, soñando cómo regresaría su guerrero de la muerte para volver a rememorar juntos aquel ayer.
Pero pasaban los días y nunca llegaba.
Tomó un pañuelo y se secó su dulce rostro, aquellos recuerdos la aturdían, eran tan lejanos pero a la vez se sentían tan cerca... Eran recuerdos de un ayer perdido.
Los cristales de un espejo quebraron el silencio, pero la princesa no se inmutó.
Nada podía cambiar su gélido rostro, congelado por la muerte, caminando sobre su panteón.
Nada salvo él.
Siguió recordando cómo había tomado las riendas de su humilde caballo negro, abandonando las cálidas paredes de su palacio para buscar a su marido que no regresaba de la batalla.
Había caminado sobre cuerpos mutilados, había visto criaturas de hermosas formas y había recorrido caminos impensables para una princesa como ella. Había cruzado ríos de amargura, bosques de soledad y montañas de pena.
Había cruzado medio país, el cual reinaba pero no conocía, y había visto con sus propios ojos como el hambre, del que había oído hablar cruzaba los rostros de los niños, y la muerte, su amiga, invocaba el recuerdo de tantas personas cada atardecer.
Pero un día llegó a su destino.
El mar se abría a su paso y no había más camino que recorrer. Allí era dónde le aguardaba el amor, a los pies del mar de plata que había recorrido en sueños abrazada por su amor. Pero algo había cambiado en el ambiente.
En sus sueños, las olas bañaban hermosas playas, donde las mujeres fundían sus labios al amor del caballero soñado. Recordó cómo la pureza, la bondad, se apoderaba del alma de todos los visitantes, la esperanza que a ella le faltaba. Sin embargo, lo que observó no fue lo esperado.
Antes todo era esperanza, ahora no había nada vivo.
Cientos de cadáveres que se tocaban mutuamente lloraban en el suelo que les vió nacer. Niños, hombres, ancianos, pero ninguna mujer.
¿Qué había ocurrido? Se preguntó la princesa, aunque en el fondo lo conocía.
Sus tropas habían perdido aquella guerra meses atrás, y las noticias no habían llegado por el miedo a sus replesalias.
Todo era tristeza y agonía para la princesa.
En aquel momento, su alma se marchó para jamás volver.
En aquel momento, cuando vió entre los escombros el cuerpo sin vida de su marido, el futuro rey del reino, el para siempre gobernador de sus sentimientos.
El dolor era tan fuerte que ninguna lágrima se atrevía a atravesar el abismo de sus ojos, que habían perdido su brillo para nunca volver.
Sus pies caminaron hacia el mar de lágrimas vertidas por los familiares de aquellas cuerpos perdidos para siempre.
El mar junto al cual habían luchado estaba lleno de su sangre, de sus armas, de su vida.
La princesa, tomó una caracola del suelo y la llevó junto a su corazón.
- Prométeme que jamás podrás olvidarme.
Una lágrima atrevió verter de sus ojos para fluir sobre su frío rostro, esculpido por una mano divina sobre la roca más hermosa.
Ya no sentía, había perdido toda la esperanza. Entonces, como la brisa que mecía sus cabellos, escuchó una voz.
Era la voz de mil ángeles, brillando cual estrella sobre el cielo gris de su alma.
El mar del recuerdo, entre sus olas, silbó la respuesta al viento.
- El recuerdo es dolor, mi princesa, y nada mata más que la añoranza.
La princesa giró su vestido, haciéndo girar los doce cascabeles que había cosido a su vestido, uno por cada mes que había pasado junto a su marido.
Uno por cada una de las trompetas que sonaron en su nombre a la partida.
Uno por cada palabra hermosa que nunca se atrevió a decir.
- Ningún rostro podrá borrar el tuyo, ninguna sonrisa apagar la tuya. Jamás persona podrá destruir mi recuerdo, mi señor. No me olvides.
La princesa, conmovida por sus propias palabras, meció sus ojos cual cuna del hijo que jamás nacería.
Sus dedos, como las olas del mar del recuerdo, acariciaban aquella caracola que, prendida en su corazón, se resentía en lágrimas de sangre, dolor y desesperación.
Recordó sin demora aquellos días perdidos, demasiado lejanos para pensar en ello, mas aún supo que el espíritu de su amado señor, el recuerdo de aquel hombre, habitaría en su alma y en su corazón hasta el fin de los tiempos.
El viento susurró la respuesta, moviendo la dulce arena que, llena de cristales verdes, pisaban los zapatos dorados de la princesa.
- Estarás acompañada toda tu vida por personas que te aman.
- Ninguna serás tú- respondió la princesa, volviendo sus dulces ojos negros al horizonte del destino.
Las olas del mar rugieron violentas por la respuesta de la hermosa mujer que, vestida de gala, había recorrido el reino que gobernaba en pos del amor como único guía.
Uno de los doce cascabeles se desprendió de su costura, vibrando con suavidad al rozar la playa que contempló la muerte del más honorable hombre que jamás abrazase a la princesa.
La mujer, fría, escuchó el tintineo como una muerte, sintiendo que mil puñales se clavaban en su piel, traspasando su corazón y arrebatándole la vida.
Sin embargo persisitió.
El dolor podría quitarle la vida, pero jamás mancillaría su amor.
- Jamás volverás a verme, a abrazarme. Por mucho que me esperes, no podrás rozar mis labios con los tuyos, ni susurrarme al oído las palabras que jamás digiste- susurró lentamente la espuma de las olas que llegaban a los pies de la mujer.
- Toda la eternidad merece ser esperada si a su final podré estar contigo
El lamento de cien hombres resonó en el mar, en la playa, en el alma de la princesa que, postrada en el recuerdo, añoraba aquellos días felices junto a su marido, días que jamás volverían.
Sintió un dolor en su pecho, y la sangre bañó sus senos.
La caracola se rompió en sus manos, creando un torrente que, como las lágrimas que jamás vertería, inundaron los hermosos vestidos de la mujer.
Un nuevo cascabel se desprendió del vestido, a la par que la esperanza dejaba de anidar en su alma como el ave que alimenta a sus crías.
Sintió la inmediata muerte, aunque no la causó dolor alguno.
Más daño hacen las palabras que los actos.
La hermosura de la mujer jamás rozada por obscenos sentimientos se quebró como un cristal tras la dureza de sus propias palabras. El mar rugió por última vez, tiñendo sus aguas de la sangre que vertía su cuerpo, al igual que su alma, sobre las olas que se llevaron el cuerpo de su marido.
Sabía que nunca volvería, que jamás volvería a escucharle, y el dolor se apoderaba de ella como su más temido enemigo.
La muerte se materializaba sobre ella, y el mar jamás regresaría, portando la voz del hombre al que tanto amó y amará aquella mujer.
En un último, la mujer se postró de rodillas, tocando con sus hermosos ropajes las arenas de aquella playa. Infeliz, rememoró aquel instante en el cual su marido narró que, aun contando cada uno de los granos de arena de un hermoso desierto, aquellos cubiertos de magia y esperanza, podría hallar la respuesta de cuánto podría amarla.
El tercer cascabel se libró de su atadura, como un peso que arrancaba la vida de la mujer sin alma, y fue seguido del resto.
Sabiendo que la muerte abrazaría su cuerpo, alzó la cara, cubriéndose de luz, lo último que, quizás, pudiese ver en vida.
Y la princesa susurró.
- Si cruzas mis miedos, si tocas mi alma y bailas con mi corazón. Si consigues que derrame una lágrima por tu voz, si besas mis labios, si consigues mi perdón, comprenderás que estoy sóla. No me abandones, mi luz. Vuelve conmigo.
El mar lanzó una bocanada de aire puro, fresco, el último para la princesa, que murió a los pies de su marido, cubierta de pena bajo el manto de estrellas.
Quien encontró el cuerpo, lloró lágrimas de sangre y de dolor por la tristeza de la mujer, cubierta de los doce cascabeles que un día cosió, uno por cada tiempo sin estar con el dueño de su alma.
El alma de la mujer descansó por siempre en su lugar idóneo, aunque su espíritu anhelaba el regreso de su amor.
Fue cubierta de honores, llorada por todos, recordada por ninguno. Pero su esencia no pudo olvidar todo lo sucedido aquel día, a las puertas de la muerte, con el alma de su marido sururrándole el temor.
Y desde entonces baila en su panteón, solitaria por la distancia con su marido, que fue olvidado bajo las olas del mar que fue su última voz.
Bailará las canciones olvidadas, sola en su tumba, en su encierro. Rememorará cada uno de los instantes que brillarán en su alma como el espectro que jamás volverá a recordarla.
Y así, hasta que se acabe la eternidad, seguirá esperando, hasta que consiga ver sus ojos enamorados otra vez.
Hasta entonces, sólo puede recordar las palabras que el mar la devolvió, en la última brisa que llegó a rozar su pelo.
"Te quiero"


más recuerdos de almacén. lo que uno puede encontrar en mi cajón es increíble
Twitter icon

estás tú.

1 estrellas fugaces


Compañero de lágrimas fui
sintiendo el peso del mundo a mi espalda
Abrazando a mi almohada pedí
pero se derrumbaba cansada...
He buscado algo que me ayudase
a despertar mi mundo gris
sintiéndome hecho pedazos
si tú no estabas junto a mí
He sangrado muchas veces
y otras tantas vi llorar
mientras sientes que parece
que nadie cree en ti de verdad
He luchado muchas veces
por conocer la verdad
y cuando sientes que aparece
nada era realidad...
Abrazando a la muerte estuve
durante eternos días y días
pensando que no existe
motivo para esta vida.
He buscado un milagro
que me hiciese despertar
pero cuanto más buscaba
más volvía a llorar
He llorado muchas veces
y otras veces vi llover
mientras sientes que parece
que la luz no va a volver
He luchado muchas veces
por un ángel conocer
cuando sientes que aparece
has dejado de creer






palabras viejas en un cajón, del que ni recordaba que existía

Twitter icon

Cigarros en las baldosas.

0 estrellas fugaces





Amor.
Una palabra de dos.
El humo huye en mi boca.
Si tus labios me besan
pero en verdad es a otra.
Respira. Fuma otra vez.
Humo de un cigarro
Tabaco, algodón, papel.
Sombras que se unen
A la mía al caminar
Calada a calada hacia alante
Pero pensando volver hacia atrás.
Mi vicio es el tabaco,
cada calada es un beso
pero prometo dejarlo
a cambio de tu regreso






A veces
me da por echarte de menos.
Twitter icon

recuerdos de mordiscos

2 estrellas fugaces

Dicen, que dicen
que duele más un silencio
que mil palabras,
pero lo que duele son los arañazos
del monstruo que vive
debajo, en mi cama.
Una vez le invité a café, desayunamos juntos tostadas
me dijo que te echa de menos,
me dijo que no te olvidaba,
me dijo que la primavera
a su casa no llegaba,
me dijo que te quería
y me dijo que no lo contara
y hace tiempo que mi reloj se quedó sin horas
esperando al momento en que vuelvas a volver...
Twitter icon

ideas fugaces

2 estrellas fugaces

Ven
Siéntate a mi lado
Tómame la mano, que yo tomaré café
Aún oliendo a tu voz
Aún sabiendo a tu piel
Como olas, rompiendo en la playa
Las promesas de arena
Castillos de barro
Barcos de papel
Tu voz rasgando mi ventana
Hace frío
Abrázame.
Dos entradas para el cine
Y una cama para tres.









y mientras, el mundo gira en su órbita estelar
y mientras que todo cambia
pobre alma, ¿dónde vas? Twitter icon

sobre moscas y soledad

0 estrellas fugaces




¿Alguna vez has pensado en las moscas?
Una vez conocí a una.
Era una mosca viajera. Siempre hablaba de lo que había más allá del banco del parque, siempre contaba historias sobre golpes contra ventanas, sobre máquinas ultra sofisticadas para acabar con insectos como ella.
Era una mosca de mundo. Había viajado a todas partes, o eso decía.
Una vez, mi amiga la mosca se perdió por la noche, y acabó encerrada en un sitio que no dejaba de moverse. Hacía mucho ruido, y había demasiadas luces como para poder centrar la mirada.
El terremoto duró mucho tiempo, tanto que mi amiga la mosca pensó que estaba en el mismo infierno de los insectos, o en la tripa de un perro.
Al final todo paró, y cuando recuperó el sentido, huyó de aquel sitio con ruedas que algunos llamaban coche.
Y cuando pudo abrir todos sus ojos sin cegarse por la luz, se dio cuenta de que estaba en un sitio muy lejos de su casa.
La mosca de mundo había viajado.
La mosca viajera había conocido mundo.
Y la mosca, mi amiga la mosca, no sabía volver a casa de nuevo.






y tú fuiste el coche
que me dejó en mitad Alineación a la derechade la nada
sin un mapa con el camino de vuelta
ni una brújula
ni pisadas
Twitter icon