Era el momento de huir. Era el momento de correr.
Guardó en su bolsillo el paquete medio vacío de tabaco, y un mechero recargable de recuerdo de Roma. Odiaba Roma, pero no tenía nada más con lo que hacer fuego.
Tardó casi una hora en llegar a la estación, sin pensar, sin sentir, sólo observando cómo resbalaba la lluvia en la ventana del autobús.
Sacó dos billetes. Ocupó un sólo asiento.
- ¿Por qué lo hizo?
- Nunca viaja sin tu recuerdo.
- ¿Llegará pronto?
- Aún le queda mucho viaje, pequeña. Ahora guarda tus pinturas y deja de dibujar niños sin sonrisa. Papá está de camino.

1 estrellas fugaces:
me ha gustado mucho tu entrada, tienes un blog muy interesante
saludos
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