El 109


Se secó los ojos y buscó en sus bolsillos un mechero que siempre parecía perder.
- No deberías preocuparte - dijo su amigo, sentado a su lado-. Quiero decir, preocuparse no es malo, pero no merece la pena. El amor es como un autobús, como el 109, ¿sabes?
- ¿Qué quieres decir con eso? - preguntó ella, mientras se encendía el cigarro y las volutas de humo se deshacían con la lluvia.
- Nos pasamos la vida sentados en la parada. Esperando. Y cuando decides encenderte un cigarro, el autobús llega. Siempre llega, siempre, aunque sea después de veinte minutos. Es sólo cuestión de esperar. Te cansas y te enciendes un cigarro y cuando más harta estás, cuando comienzas a pensar que deberías ir andando, aparece. Hay gente que se harta y termina por ir al Metro. Hay gente que lo pierde y tiene que esperar a que vuelva. Pero siempre llega. Es cuestión de saber esperar.
- Entonces debe quedarme poco - suspiró, tragándose el humo.
Él sonrió, bajando la mirada hasta la carretera, donde las gotas golpeaban, creando pequeños ríos que terminaban ahogados en la alcantarilla.
Y, cuando ella se llevó el cigarro a los labios por segunda vez, el letrero del 109 apareció tras la esquina.
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1 estrellas fugaces:

maatiesquivel dijo...

Pobre de los que encienden el cigarro y el llega el colectivo. :/

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